belleza extraordinaria...
Después de volver de un pequeño viaje al mar… me apresuro para tomar la barca 86 que hasta ahora es la única forma de llegar a la isla miento común.
Aunque muchos piensen en esto de los blogs como un puro entretenimiento o una manera mas de llenar algunas horas vacías (MUERTAS!! teórica practica física y mentalmente), para mi se ha vuelto en una especie de exorcismo, una necesidad de decir, contar y reflexionar sobre ciertas cosas, con la única seguridad de la total incertidumbre acerca de los posibles lectores.
Al regresar, no solo a casa, sino a la vida de todos los días de la que momentáneamente he tratado de escapar, me encuentro al mundo en el mismo sitio, totalmente fuera de si, y los mismos problemas quizás nombrados con nuevas palabras que ahora flotan por todos los lados.
Es turno del Etanol, del café seco en rollitos de periódico, del asesino suicida en esa universidad norteamericana, las investigaciones sobre pastillas que nos hacen inteligentes, del descubrimiento de que el chocolate derretido en la boca nos excita mas que el mas apasionado de los besos o de esos marcadores en los recientes partidos de futbol.
Por mi parte no tengo mucho que contar del viaje pues a veces la felicidad que nos toca resulta estar hecha de pequeños y vulgares momentos que por si solos no son capaces de ganarse el derecho de ser contados.
Solo voy a compartir un momento del regreso, justo cuando uno va entrando a la ciudad en que vive y de pronto aparece ese estado en que uno comienza a sentirse a medio camino entre la persona que se marchó y la que ahora regresa.
Justo en ese instante, uno tiene el privilegio de ver la vida de todos los días desde un plano externo, como si pronto fuéramos otra persona.
Y en ese momento uno puede verse con ojos críticos y decir no voy a perder mas el tiempo con esto y con aquello y voy intentar esto otro y voy a hacer por fin aquello que tanto tiempo lleva en planes.
Lo simpático de esta situación es que dura solo un instante pues ya cuando se pisan las calles de la ciudad, todas las reflexiones anteriores se evaporan y uno vuelve a ser el mismo tipo que hace lo mismo de antes.
Domingo, lunes, martes, Veracruz.
saben... creo que lo volvería a hacer...
con cualquier otro mar como destino pero esta vez para no regresar...
Aunque muchos piensen en esto de los blogs como un puro entretenimiento o una manera mas de llenar algunas horas vacías (MUERTAS!! teórica practica física y mentalmente), para mi se ha vuelto en una especie de exorcismo, una necesidad de decir, contar y reflexionar sobre ciertas cosas, con la única seguridad de la total incertidumbre acerca de los posibles lectores.
Al regresar, no solo a casa, sino a la vida de todos los días de la que momentáneamente he tratado de escapar, me encuentro al mundo en el mismo sitio, totalmente fuera de si, y los mismos problemas quizás nombrados con nuevas palabras que ahora flotan por todos los lados.
Es turno del Etanol, del café seco en rollitos de periódico, del asesino suicida en esa universidad norteamericana, las investigaciones sobre pastillas que nos hacen inteligentes, del descubrimiento de que el chocolate derretido en la boca nos excita mas que el mas apasionado de los besos o de esos marcadores en los recientes partidos de futbol.
Por mi parte no tengo mucho que contar del viaje pues a veces la felicidad que nos toca resulta estar hecha de pequeños y vulgares momentos que por si solos no son capaces de ganarse el derecho de ser contados.
Solo voy a compartir un momento del regreso, justo cuando uno va entrando a la ciudad en que vive y de pronto aparece ese estado en que uno comienza a sentirse a medio camino entre la persona que se marchó y la que ahora regresa.
Justo en ese instante, uno tiene el privilegio de ver la vida de todos los días desde un plano externo, como si pronto fuéramos otra persona.
Y en ese momento uno puede verse con ojos críticos y decir no voy a perder mas el tiempo con esto y con aquello y voy intentar esto otro y voy a hacer por fin aquello que tanto tiempo lleva en planes.
Lo simpático de esta situación es que dura solo un instante pues ya cuando se pisan las calles de la ciudad, todas las reflexiones anteriores se evaporan y uno vuelve a ser el mismo tipo que hace lo mismo de antes.
Domingo, lunes, martes, Veracruz.
saben... creo que lo volvería a hacer...
con cualquier otro mar como destino pero esta vez para no regresar...
This entry was posted
on 26 de junio de 2008 at 12:40 p.m..
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