26 de febrero de 2009
"La primera calada de humo era liberadora, justo después de inhalar notaba una sensación muy placentera que me relajaba la base del cuello, los hombros y el estomago. Cuando exhalaba veía el humo que se arremolinaba y subía hacia el techo y notaba como la violencia se desvanecía y en mi interior se pasaba de un intenso diluvio a una leve llovizna, las furiosas aguas bravas se convertían en hielo."